¿Ahora eso es un toro de miura?




                         ¿Qué ha pasado con la casta, el trapío y la bravura?

Una vez salieron a la luz los carteles de la feria de San Isidro, los carteles de la mejor plaza del mundo donde cada torero anunciado se vacía en cada segundo porque como ya saben, una buena tanda en Las Ventas te puede abrir las puertas en muchas otras plazas, una oreja te puede hacer ascender en el escalafón y ya no hablamos de lo que supone triunfar allí y abrir la puerta grande, es algo que te permite torear prácticamente donde quieras durante la temporada, y si no que le pregunten a Ginés Marín que ha pasado de ser una jóven promesa a un deseado por todos y cada uno de los empresarios taurinos.
Dicho esto los abonados de Madrid tienen la oportunidad de ver cada una de las tardes a distintos toreros, distintas ganaderías, a los jóvenes y prometedores novilleros, a las figuras más preciadas y lo mejor del escalafón del rejoneo, sin embargo hay otro tipo de aficionados, esos que por diversos motivos no podemos asistir todas las tardes, entonces se plantea un problema ¿A qué corrida ir?

Aquí es donde entran en juego los gustos, las preferencias y las debilidades de cada uno; puedes ir a ver una corrida de ''figuras" frente a una ganadería típica alejada de los grandes encastes, esta claro que verás a los grandes maestros como pueden ser Miguel Ángel Perera, El Juli, Castella,  López Simón, Manzanares... que siempre dejarán muestra de su gran entender y saber hacer sobre el ruedo, probablemente les acabes ovacionando por una gran serie, una gran estocada o por un simple natural de esos que tanto gustan en el coso madrileño, sin embargo siempre faltará ese toro antiguo de los que poco se ven con esa fuerza, esa casta, ese trapío y esa bravura. SUPUESTAMENTE eso salvo alguna excepción sólo lo verás en grandes encastes como pueden ser los Santa Coloma y grandes ganaderías como las que normalmente quedan anunciadas en la última semana de la feria y como casi siempre la última será la de MIURA de la cual hablaré a continuación.

Así una vez analizada la feria, ganaderías y toreros que  quedaban anunciados mi preferida fue la última de la feria, precisamente en búsqueda de esa bravura que históricamente los miuras habían aportado, en búsqueda de una tarde donde el protagonista fuera el propio animal, el toro, un toro serio, con trapío, con casta, al fin y al cabo un toro de 600 kilos que no te pierda el ojo desde el primer pase hasta el último, con una cornamenta gruesa, ancha y generosa, un toro ágil que aprenda rápidamente y que sea difícil de torear.
Así llegamos al día 11 de junio con un cartel de Rafaelillo acostumbrado a lidiar este tipo de encastes, de hecho es de los pocos toreros que en primer lugar se atreven a medirse a esta ganadería y que además son capaces de sacarle algo de faena, el segundo maestro en presentarse en el cartel era Dávila Miura que reaparecía para medirse a los propios, el último en torear sería Rubén Pinar, el más jóven de los tres y que ya se había medido a los miuras en anteriores ocasiones.

RAFAELILLO; Intentó sacarle algo al primero que ni por asomo parecía un miura y no sólo por su falta de peso sino porque no dejó rastro alguno de ser bravo en absoluto, el murmullo comenzaba en los tendidos y la faena acabó sin pena ni gloria tras pinchar con la espada. El segundo toro para Rafaelillo fue el único que dejó algún destello de lo que debe ser un miura, el único que superaba los 600 kilos, el torero murciano fue capaz de trazar unos buenos capotazos en un comienzo de faena que levantó los aplausos en las gradas, tras el tercio de varas, la faena no cuajó y decayó por momentos a pesar de los intentos de Rafaelillo de exprimir al toro, que le acabó propiciando una voltereta, el diestro se armó de valor para hacer un desplante frente al animal y acabar matándolo tras volver a pinchar. El público le adjudicó una calurosa ovación que hizo a Rafael Rubio saludar ante los 22490 espectadores e irse con un mejor sabor de boca.








DÁVILA MIURA; Antes de comenzar la corrida salió a responder a una sonora ovación que le brindó el respetable y que invitó a compartir a sus compañeros de la tarde, vino a Madrid para reaparecer ante los miuras y no toreó ninguno de ellos. El primer toro salió y tardó escasos segundos en ser pitado, perdió las patas en el caballo y fue devuelto a corrales, su faena con el sobrero no caló en absoluto y por si fuera poco pinchó en la espada. El quinto toro y segundo para Dávila salió veloz de toriles pero ahí se quedó, volvió a perder las patas y sin ceder un segundo el tendido 7 enfureció pidiendo el cambio como si su vida estuviera en juego, el presidente decidió devolverlo, el segundo sobrero tenía aspectos destacables, provocó alguna embestida que nos dejó ver a Dávila encadenar alguna serie buena, el toro cayó y hubo división de opiniones, los tendidos aplaudían y el 7 seguía con su sinfonía de pitos que quizá cansaba a otros aficionados de la plaza.








RUBÉN PINAR; Aquí no me voy a detener, llegó, vió que su lote no merecía la pena y hizo lo mínimo, lo justo y necesario y mató por la vía rápida, creo que para ser una oportunidad para un jóven torero poder anunciarse en Las Ventas podría haber intentado hacer algo más.


En resumen, la peor corrida de miura en mucho tiempo en Madrid, ni rastro de casta, no se vio ni un mínimo ápice de bravura en ninguno de ellos, salvo algo y poco en el 4°, toros que no aparentaban pesar ni 500 kilos, si sacan un toro así en las fiestas de un pueblo, pasaría desapercibido, pero es algo que está en la línea de lo que estaba siendo la feria, el toro es un quiero y no puedo, salvo alguna excepción, los toros no embisten, carecen de raza y es algo que hay que mejorar si queremos que esto siga hacia adelante.




                                                       



                                                                                                       Diego Merchante




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